Agoreros y nerds al ataque


Nomás empezó el otoño y ya los agoreros lambiscones del premio Óscar se dan a la tarea de perfilar la cinta Red social (The Social Network, 2010) como contendiente para la mejor película (hollywoodense). Como si en los países civilizados los candidatos a un puesto de elección popular comenzaran a armar su grilla dos o tres años con anticipación. Pero ni modo. Se sigue un programa establecido y después de los bodrios veraniegos vienen los filmes "serios" que anhelan llevarse al monigote dorado a su casa. Ya desde hace algunos años Óscar le viene guiñando el ojito al director de Seven, David Fincher.
Así como hay películas cuyas tramas merecen quizás la proyección sobre la pantalla grande, así existen historias que muy apenas dan para la tele. Para, por ejemplo y sin afán de ofender, el canal Hallmark. Todo lo relacionado con los señorones de la tecnología cibernética (sus vidas, sus vicisitudes, sus logros y sobre todo los millones de dólares agenciados) se me antojan sólo para ese medio el cual para mí tiene muy poco interés (hablando del dichoso canal Hallmark). No hay distancia histórica. No se puede mirar el fenómeno con frialdad. Todavía no somos capaces de sopesar su trascendencia. Nadie puede decirnos que dentro de algunos años el tal Facebook o el tal Twitter no van a ser sustituidos por otras redes sociales, por otro ardid, por otro invento al cual acudirán los cibernautas como autómatas para rebosarlo con visita tras visita. Por eso realizar una película sobre cómo Mark Zuckerberg (o su gemelo en la ficción) inventó o no inventó Facebook me parece un capricho, un producto que tiene fecha de caducidad desde ya, desde que sale a la luz hacia el juicio de los espectadores.
En una trama de la que los interesados dicen que hay muy poca verdad, The Social Network abre con un joven estudiante de Harvard con altas aspiraciones sociales (o para el caso altas aspiraciones "harvardianas") que no con poca justificación recibe reprimenda verbal de su novia. Este muchacho de apellido hoy tan conspicuo regresa a su dormitorio para escribir en su blog palabras hirientes sobre su entonces ex-novia y al mismo tiempo entra sin autorización a todas las redes sociales de Harvard para con miles de fotos de "féminas harvardianas" construir en tiempo récord un sitio de internet donde los muchachos desocupados puedan calificar los rostros de las estudiantes. Otro récord se rompe con el número de visitas al sitio. De súbito la fama de Zuckerberg (Jesse Eisenberg) en la universidad va de nula a creciente. Mientras entretiene a unos gemelos hijos de papá deseosos de controlar una red social propia y cuyos tentáculos lleguen más lejos, Zuckerberg de nueva cuenta construye su propio sitio teniendo como socio fundador a su mejor amigo Eduardo Saverin (Andrew Garfield). Pronto el sitio será el origen de demandas millonarias contra Zuckerberg.
Aunque en Fincher se encuentre el mérito de haber hecho de la cinta (llena de términos legaloides y del mundo de la informática) algo bastante entretenido, el experimento no va más allá de presentar un producto bien peinado y con actuaciones solventes (excepto una). Red social es una película que, estoy convencido, nunca jamás volveré a ver. Tal como me ha ocurrido con muchas otras de Fincher, con la excepción de la ya lejana en el tiempo Seven. Para colmo, interviene en el reparto el cantante Justin Timberlake en el rol de Sean Parker (el creador de Napster) a quien por lo visto la actuación le sirve como pretexto, así sea en un papel de heterosexual, para jotear de lo lindo. Así, gracias a estos nerds antisociales cuyo sueño más acariciado es triunfar en la comunidad que dicen despreciar, ya todos los paleros de Hollywood empiezan a murmurar: Oscar buzz, Oscar buzz, Oscar buzz. Allá ellos.

El avance que prometía mucho al tener como fondo musical la gran canción "Creep" de Radiohead en versión coral: http://www.youtube.com/watch?v=lB95KLmpLR4