Hacia el final de la cinta Ave Fénix (Phoenix, 2014) —sexto largometraje del cineasta alemán Christian
Petzold— corre 1945 y una mujer baja de un tren cuyo destino es Berlín. Sobre
el andén se vuelve a reunir con sus amigos del pasado. Esas mismas personas que
la dieron por muerta en el campo de concentración de Auswitch. Detrás de ellos
se halla el esposo quien, luego de los abrazos y lágrimas de los otros, se
acerca a ella con lentitud. Tras mirarse a los ojos largo tiempo los antiguos
pianista y cantante se abrazan delicadamente y con ternura. Sin embargo, el
abrazo ante las miradas de los amigos no es más que una pantomima, una ficción
teatral, espectáculo sin aplausos al concluir, puesta en escena para los presentes
que suponían difunta a la mujer. Todo ha sido maquinado por el marido. Para
ella, sin embargo, aquello es una realidad con la máscara de ficción. Luego de
este rencuentro en la estación de tren, vendrá la escena culminante de la
película. Tal vez una de las más intensas y memorables que haya visto en los
últimos años. En ella, la mujer cantará “Speak Low”. O, en español, “Hablar
bajo”. Para alcanzar dicha secuencia Petzold ha construido un edificio de
pausas y silencios cargados con el dolor de una mujer que no logra ser
reconocida por el amor de su vida. La cima del edificio: la maravillosa escena
climática en la que la identidad de la protagonista se revela por fin ante su
esposo traicionero.
El realizador de Jerichow (2008) y Barbara
(2012) presenta de nuevo una historia situada en el pasado de su país natal. Pero
si en Barbara ya se había ocupado de
la división entre este y oeste alemanes durante los años ochenta, aquí se
centrará en una herida mucho más patente y transcendental: el ocaso de la
Segunda Guerra. La premisa es digna de una telenovela argentina de los años
noventa con Grecia Colmenares titulada Manuela
—plagio vil de Rebecca de Hitchcock,
por cierto. A Berlín regresa ayudada por su mejor amiga una mujer desfigurada. Nelly
Lenz (Nina Hoss) va a vivir a la casa de Lene (Nina Kunzerdorf) después de una
cirugía reconstructiva de su rostro. Desde el primer momento Nelly le pide al
doctor no darle una cara nueva sino la misma que tenía antes. Esto porque no
quiere ser otra. Especialmente, para su marido Johnny (Ronald Zehrfeld). Si el
plan de la amiga consiste en viajar juntas a Palestina, el de Nelly es quedarse
en Berlín y volver a los brazos de Johnny aunque Lene le diga una y otra vez
que fue él quien la denunció a los nazis. Una vez que lo encuentre —atendiendo
mesas en un club nocturno llamado, como el filme, “Phoenix”— Johnny no la
reconocerá e incluso le propondrá hacerse pasar por la esposa muerta para
enriquecerse. Nelly se presta al juego albergando la esperanza de que en algún
momento de su entrenamiento para convertirse en ella misma Johnny la reconozca.
Mientras tanto, prepararán el regreso de la Nelly espuria teniendo como público
a los antiguos amigos de la pareja.
Aunque el punto de partida pueda ser el
de un melodrama televisivo e inverosímil eso no empaña en lo absoluto la
experiencia sentida con Ave Fénix.
Aunque podamos restarle puntos en cuanto a historia, la ejecución en este caso
se volverá lo más importante. Sí, se trata de un melodrama. Pero contenido. No
desbordado como acostumbran las telenovelas latinoamericanas. Por lo tanto,
mucho más convincente. También se halla mezclado con marcados tintes de
suspenso. El ritmo y la sensibilidad de la película son, entonces, netamente
europeos. Si por una parte el planteamiento estira al límite la credulidad del
espectador, Petzold evita los lugares comunes. Por ejemplo, la revelación nunca
vista del “nuevo” rostro de Nelly, el momento en que el doctor le quita los
vendajes tras la cirugía se nos escatima. Nelly en la piel de Nina Hoss se
presenta luego como una mujer temerosa que acaba de pasar por un trauma de
proporciones mayúsculas. Ya convertida en la actriz fetiche de Petzold (ha
aparecido en la mayoría de los créditos del director), Hoss hace pareja una vez
más con Ronald Zehrfeld. Y, mientras en Barbara
era él quien buscaba enamorarla a ella, aquí los roles se invierten. Nelly lo
buscará a él entre los ladrillos de la ciudad devastada y los claroscuros
nocturnos. Ave Fénix remite a
diversas fuentes cinematográficas: Casablanca
por el momento histórico y El tercer
hombre por la urbe en proceso de reconstrucción, el deseo de Johnny —cuya
corpulencia recuerda a Orson Welles— de
aprovecharse de la situación y el uso expresionista de la fotografía. Más de un
crítico ha apuntado también hacia la dirección de Hitchcock y Vértigo. Pero habría que agregar que él
a su vez ya se había inspirado en Pigmalión.
De ahí las fuentes se podrían remontar hasta el mito helénico de hacerse una
mujer a la medida. Para colmo de esta nostalgia fílmica, el rostro de Hoss
recuerda al de una de las más legendarias actrices de su país: Marlene
Dietrich. Si Ave Fénix se hubiera
rodado durante la época dorada de Hollywood o durante el período retratado
quizás habría tenido como protagonistas a Dietrich y Welles.
Pronto la tercera en discordia desaparecerá.
Lena —la amiga jurista orgullosa de sus raíces judías y con la amargura contra
los perseguidores enquistada en la garganta— no seguirá molestando como la voz
de la conciencia. Una vez que lo localice, Nelly podrá acercarse a Johnny, cuya
identidad se ha también transformado y ahora exige que le llamen Johannes. El
duro entrenamiento para volver a ser Nelly no logra sacarle la venda de los
ojos al marido. Ni siquiera en el instante en el que, cual Cenicienta tardía,
Nelly se calce sus propios zapatos y Johannes compruebe que son del número
correcto. El hecho de que no la reconozca confirma no sólo su traición ante los
nazis sino además que la utilizó como instrumento en sus giras cuando eran
músicos antes de la guerra. Serán los sirvientes y no los sofisticados amigos
de Nelly quienes digan su nombre y la abracen de inmediato. Tras la charada en
la estación de tren, a Nelly sólo le quedará su arte (el canto) para retomar su
lugar y materializar esa anagnórisis tan deseada por ella. Nelly cantará “Speak
Low” para manifestar su verdadera voz y, por lo tanto, recobrar su identidad,
su “yo” inamovible. Al igual que en el caso de Barbara, la conclusión se sentirá un poco abrupta. Sin embargo, su
contundencia resulta al mismo tiempo inobjetable. Y tanto en lo abrupto como en
lo inobjetable encontrará el final de Ave
Fénix su perfección. La película fue presentada el año pasado en el
festival de Toronto. Obtuvo el premio de la crítica (FIPRESCI) en el más
reciente festival de San Sebastián. Aún no tiene fecha de estreno para México.
—Ave
Fénix (Phoenix, 2014). Dirigida
por Christian Petzold. Producida por Florian Koerner von Gustorf y Michael
Weber. Protagonizada por Nina Hoss, Ronald Zehrfeld y Nina Kunzerdorf.
El avance: http://www.youtube.com/watch?v=J_HIvpFSsYU
“Speak Low” interpretada por Hoss:
http://www.youtube.com/watch?v=XqFBbFVRfPc